¿Qué es el Design Thinking?

Design Thinking es un término que se escucha cada vez más en charlas, webinars y cursos. Este concepto puede resultar desconocido o novedoso, pero desde 1959, John Edward Arnold, profesor de la Universidad de Stanford, lo introdujo en el área de ingeniería mecánica.

Esta idea se volvió más popular en la “modernidad líquida” de Zygmunt Bauman, la época en la que se busca transformar la realidad que nos rodea. Esto está ligado a que hoy en día los clientes exigen inmediatez y cuando necesitan algo lo quieren lo antes posible. De esta manera, eligen a la empresa que satisfaga sus necesidades en el menor tiempo y forma.

Esta modernidad líquida ubica a los clientes en el punto clave de cualquier negocio. En realidad, siempre ha sido así, pero nunca tanto como ahora. Una empresa que quiera sostenerse en estos tiempos debe tener la capacidad de entender las necesidades reales de sus clientes, canalizar la innovación, desarrollar espacios para idear soluciones creativas y capturar su retroalimentación.

Es aquí donde el Design Thinking toma mucha más fuerza, ya que este tiene la capacidad de ofrecer herramientas para que las empresas puedan suplir las necesidades de sus clientes. 

 

Entonces, ¿qué es el  Design Thinking y cómo podemos aplicarlo?

Design Thinking es un enfoque creativo para la resolución de problemas. El proceso comienza con la comprensión de las necesidades y motivaciones del usuario final. Esto se logra a través de la empatía, donde el diseñador se pone en el lugar del usuario para entender sus experiencias y desafíos.

Una vez que el diseñador tiene una comprensión clara de las necesidades del usuario, puede idear y generar soluciones potenciales. En este momento, el diseñador experimenta y prueba diferentes ideas para determinar cuál funcionará mejor.

Por su parte, el proceso iterativo del Design Thinking significa que las soluciones se refinan y mejoran continuamente en función de los comentarios de los usuarios. Esta retroalimentación se puede recopilar a través de pruebas de usuario, encuestas u otros métodos.

Luego, el diseñador puede usar esta información para realizar cambios y mejorar la solución. Esto se repite hasta que el diseñador haya creado una solución que no solo resuelva el problema sino que también brinde una experiencia positiva al usuario.

Pero, ¿por qué “thinking”? Porque no se trata de hacer sino de pensar, no se trata de hacer cosas innovadoras sino de pensar de forma innovadoras. No se trata de hacer cosas diferentes sino de ser diferentes. Este cambio en la forma de pensar es la clave para adquirir esta capacidad. 

Para un Design Thinker no es importante el producto o la tecnología que va a usar para obtenerlo, sino el proceso de diseño. La capacidad de diseñar la solución precisa a las necesidades subyacentes de las personas.

Finalmente, el Design Thinking se ha aplicado en una amplia gama de industrias, desde la tecnología y el diseño de productos hasta la atención médica y la educación. Este ha demostrado ser particularmente efectivo en entornos complejos y que cambian rápidamente.

El Design Thinking fomenta una cultura de innovación y alienta a los diseñadores a pensar fuera de la caja para encontrar soluciones nuevas y creativas.

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